Bancos centrales de Latinoamérica bajo presión por caída de sus monedas
Los países con desequilibrios fiscales y externos enfrentan más problemas. Perú y Chile están mejor preparados para el nuevo escenario.
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Las grandes monedas de América Latina han retrocedido entre un 5% y un 20% en las últimas semanas, a medida que los inversionistas reaccionan al retiro de estímulos monetarios entre países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Argentina fue el más golpeado y ahora busca ayuda ante el Fondo Monetario Internacional, para dar más confianza en su proceso de normalización económica. Brasil también sufrió, particularmente luego de que su banco central terminara inesperadamente el ciclo de flexibilización este mes, confundiendo a los mercados.
EIU ve el fenómeno como un ejemplo de la volatilidad esporádica que afectará a los mercados emergentes en tanto suben los costos del financiamiento. Los países que tengan desequilibrios fiscales y externos enfrentan más problemas, pero el comercio y crecimiento económico global seguirán siendo favorables al menos hasta 2020. Esperamos que la mayoría de las monedas de la región recuperen algo (aunque no todo) de lo perdido. A mediano plazo, las condiciones globales seguirán endureciéndose.
Atentos a los bancos
El debilitamiento de las monedas complica los esfuerzos de los bancos centrales para controlar la inflación. La debilidad económica y la baja inflación en 2016 y 2017 hizo bajar la tasa en Perú y Chile, pero la actividad está acelerándose en ambos (más visiblemente en Chile). Los dos parecen mejor posicionados para hacer frente a las condiciones más duras; sus monedas se han debilitado menos y sus metas de inflación tienen alta credibilidad.
EIU preveía recortes en las tasas de Brasil y Colombia antes de la turbulencia reciente. El primero pareció arrepentirse en la reunión de mayo, lo que hizo caer más al real. El segundo ha sido menos afectado, en parte por la recuperación de los precios petróleo, pero las autoridades mirarán las condiciones externas antes de actuar.
La volatilidad en México ha sido impulsada por la incertidumbre sobre los diálogos por el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, Nafta, y la elección presidencial. La tasa se encuentra en 7,5% y podría haber espacio para bajarla este año.
El mayor golpe lo ha recibido Argentina. Esperamos que un acuerdo con el FMI y un nuevo programa económico restaurará la confianza en las autoridades, lo que podría permitir una reducción de la inflación y las tasas, pero ese escenario enfrenta riesgos.